Ayer circulaba yo por Recoletos y Castellana, era por la mañana, no hacía calor y estaba disfrutando de mi ruta. En el tramo que discurre entre Cibeles y Colón, una furgoneta de reparto me adelanta dos veces de manera bastante jodida, sin dejar espacio de seguridad entre los dos y situándose delante de mí de manera rápida y violenta. Las dos veces le adelanté en sendos semáforos en rojo. En el segundo, me posicioné delante suyo y en seguida oigo que me pita. Miro y el tío me hace señales diciéndome que me ponga un casco. Giré la cabeza y le ignoré por completo, no tenía ganas de discutir.
Lamentablemente, este hecho puntual y casi anecdótico ilustra un razonamiento que domina en gran parte de la sociedad: si al ciclista le ocurre un accidente la culpa es suya por no levar suficientes medidas de seguridad. Nos tenemos que armar con cascos, luces, chalecos reflectantes y hasta armaduras (tiempo al tiempo...) pero los coches siguen sin respetar los límites de velocidad en ciudad y pensando que los ciclistas debemos circular pegaditos a la derecha.
Cuánta ignorancia...
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